
Ayuntamiendo de San Fernando de Henares: La Asociación C.C. El Molino analiza lo ocurrido en el pleno del pasado 18 de Febrero.
San Fernando de Henares | 21/febrero/2021 | En el último pleno ordinario celebrado el pasado 18 de febrero en este municipio, en el punto 15 de la sesión, se trató a propuesta del Grupo Popular, y defendida por el concejal de este Grupo, Ángel G. CAPA una moción, sobre el denominado «Pacto para la estabilidad» o contra el Transfuguismo, a consecuencia de la reciente baja en el Grupo municipal de Ciudadanos, de la concejala y edil del equipo de gobierno muncipal, Lourdes de Jesús Peraza Casajús, responsable -por delegación del Alcalde-, de las áreas de Industria y Turismo del Ayuntamiendo de San Fernando de Henares.
Desde La asociación Cívico Cultural El molino de San Fernando, analizan en profundidad lo ocurrido en este pleno. Por el interés que ha despertado este acontecimiento en los vecinos y vecinas de la localidad, les reproducimos a continuación integramente la citada publicación:
(PINCHAR EL VÍDEO)
RESUMEN DEL DEBATE SOBRE EL PUNTO 15 DEL ÚLTIMO PLENO ORDINARIO. LO RECOMENDAMOS PORQUE ESCENIFICA MUY BIEN EL FORMIDABLE QUILOMBO QUE TIENE MONTADO EL EQUIPO DE GOBIERNO A PROPÓSITO DE LA FUGA DE LA CONCEJALA DE CIUDADANOS AL GRUPO DE NO ADSCRITOS. NO TIENE DESPERDICIO.
BLANQUEANDO EL TRANSFUGUISMO
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«El pasado día 18 de los corrientes se celebró una sesión del pleno ordinario mensual. Los puntos de su orden del día se parecen cada vez más a la calamitosa etapa del mandato anterior. Decenas de expedientes de modificación de créditos y cero puntos de gestión propiamente dicha en la primera parte.
Y, la segunda parte, bien podría calificarse como de puro onanismo político de los grupos porque se inundan de mociones y proposiciones para arreglar el mundo mundial, mientras la administración municipal hace aguas por todos lados en casi todas las áreas, algunas claramente paralizadas desde hace muchos meses. Pero he aquí que nuestros munícipes han encontrado una forma de hacerse visibles con sus minutos de gloria incluidos.
No hay solución. Convertido el pleno en un carajal de resonancia política donde se traen asuntos de todo tipo sobre los que además el Ayuntamiento carece de competencias, sin embargo se admite y se vota cualquier ocurrencia con mociones y proposiciones de las más variopintas y algunas incluso esperpénticas, que, además, y para más recochineo, se agrupan todas ellas bajo el epígrafe de «control y fiscalización del gobierno», cuando la casi totalidad de las proposiciones o mociones versan sobre asuntos en los que el gobierno municipal ni pincha ni corta.
El pleno tiene competencias propias y que además no tiene delegadas en cerca de veinte materias. Sobre gestión de los servicios, sobre planeamiento y urbanismo, sobre organización municipal, sobre las entidades empresariales municipales, sobre la adopción de medidas judiciales para la defensa de los intereses municipales, en materia presupuestaria, sobre las propias cuentas de los grupos políticos, etc.,etc., etc. Sin embargo, el guion de los plenos municipales es siempre el mismo: hablar y votar sobre todo lo ajeno a sus competencias, con una pérdida de tiempo y dinero en horas y horas de intervenciones y réplicas sobre las cuales, en un noventa y nueve por ciento, en nada va a incidir sobre los servicios que se prestan a los ciudadanos porque sobre ellos apenas se habla. Es todo un lamentable espectáculo en lo que ha degenerado este órgano plenario.
Hubo no obstante dos excepciones en este último pleno. Una proposición de los partidos de la izquierda para que se abran todos los servicios municipales, y otra del grupo municipal popular defendido por el concejal Ángel G. CAPA sobre el denominado «Pacto para la estabilidad» (o sea, contra el transfuguismo) que sin embargo fue votado por unanimidad de todos los grupos.
Y aquí viene lo sorprendente, porque a pesar de provocar un debate bronco y no exento de acusaciones y reproches mutuos (a ver, quien esté libre que tire la primera piedra), sin embargo acabaron votando por unanimidad a favor de la proposición. Lo cual es para mirárselo.
Ciertamente, rara ha sido la legislatura o el mandato en nuestro Ayuntamiento donde no haya habido algún caso de concejales que, rompiendo la disciplina del grupo por el que se presentaron, se pasaron con armas y bagajes a las filas del grupo mixto, antesala luego de pactos inconfesables. Incluso casos de concejales que, previa ruptura con su grupo, pasaron luego sin solución de continuidad de la oposición al gobierno sin sonrojo alguno.
Todos los partidos han tenido pues desde 1979 para acá, lamentables y bochornosos casos de transfuguismo aunque entonces no existiera pacto contra el mismo, aprovechando precisamente la misma causa que invoca la actual concejala de Industria y Turismo: la del no mandato imperativo fijado por el Tribunal Constitucional.
Pero la madre de todas las operaciones de transfuguismo tuvo lugar durante el mandato 1983-1987, cuando el PCE, que había ganado las elecciones con el 61 % de los votos alcanzando 12 concejales de un total de 17, se rompió por la mitad dando lugar a dos facciones irreconciliables de los conocidos como gerardistas y carrillistas, en alusión al secretario general del PCE Gerardo Iglesias y su antecesor y valedor el histórico Santiago Carrillo, que, a poco de acceder el primero a la secretaria general del PCE apoyado por el segundo, rompieron abruptamente con consecuencias en la organización en toda España.
Y, en nuestro municipio, no solo no fue una excepción, sino que tuvo consecuencias de división milimétrica provocando con ello la total desestabilización del gobierno del PCE que, de doce concejales, se quedó en seis porque los otros seis se fueron primero al grupo mixto y luego a un partido que registraron como Mesa para la Unidad de los Comunistas.
El enfrentamiento fue duro con peleas (incluso físicas) judiciales y de enfrentamientos públicos. Una guerra sin cuartel incluso por hacerse con la sede de la organización. El enfrentamiento del grupo municipal del PCE comenzó y se hizo visible en 1985, precisamente con ocasión de la votación para la concesión administrativa para la explotación de la parcela municipal de lo que luego sería el Parque Acuático.
Ciertamente, el asunto de esa concesión olía mal, muy mal, y fue aprovechado por los concejales carrillistas para votar en contra junto con el PSOE. Lo cual escenificó la ruptura del grupo mucho tiempo larvada. Ruptura de la disciplina con el voto en contra de las propuestas de su propio equipo de gobierno, que el entonces alcalde GUERRA saldó inicialmente con dos fulminantes ceses: el del primer teniente de alcalde y concejal de Hacienda y del concejal de Urbanismo. A estos ceses se sumaron luego cuatro concejales más que se solidarizaron con los anteriores y que también fueron automáticamente cesados. Desde entonces, la inestabilidad del grupo municipal del PCE fue total hasta las elecciones de 1987.
Pero, lo que dio luego lugar a la expresión máxima de esa inestabilidad política, lo fue la moción de censura que en 1986 los carrillistas promovieron contra el entonces alcalde Enrique GUERRA, al que acusaron de toda suerte de desmanes en su gestión. Gestión de la que hasta apenas unos meses antes, habían sido cooperadores y totalmente corresponsables los promotores de la censura.
La moción preveía un empate que podía inclinar la votación el voto de calidad del alcalde, por lo cual ambos bandos necesitaban seducir y conseguir que los otros dos grupos, PSOE y entonces AP, bien se abstuvieran o bien al menos alguno de ellos votara a favor de la moción.
Las presiones fueron de todo tipo, amenazando incluso la propia estabilidad del gobierno regional entonces en manos del PSOE, que gobernaba con el apoyo parlamentario del PCE, y que a su vez también estaba divido. Por su parte, el comité local del PSOE había acordado apoyar la moción de censura de los carrillistas, ordenando a sus dos concejales el apoyo a la moción de censura (el cabeza de lista había recogido el acta en su toma de posesión y desapareció luego sin dejar rastro). Esta decisión del comité local del PSOE desafiaba incluso lo ordenado por la dirección regional, que había optado por no apoyarla.
La sesión plenaria de la moción de censura se celebró el día 16 de febrero de 1986 en medio de gran expectación ciudadana e incluso de todos los medios nacionales, y se saldó con el voto en contra de los propios concejales del PCE (seis) y uno más de uno de los concejales del PSOE (la portavoz no asistió). El concejal del PSOE, que había desobedecido el acuerdo del comité local, fue considerado por éste como si quedara fuera del partido. Pero este concejal, que estaba en el paro en aquellas fechas de la moción de censura resultó luego ser el verdadero ganador de la misma, pues, oh casualidad, precisamente halló trabajo unos días antes en PRYCA. La larga mano del entonces alcalde censurado planeó en toda la sesión plenaria.
El concejal del PSOE que votó en contra de la moción de censura y que apenas iba a los plenos pero que aquél no se lo perdió precisamente, nunca más volvió a aparecer por el Ayuntamiento ni desde luego por el pleno. Desapareció como por ensalmo con una empleo bajo el brazo. Nunca se supo sin embargo cuál fue el precio que el entonces alcalde E. GUERRA tuvo que pagar al grupo municipal de AP a cambio de su abstención.
No quedó todo en los ceses de los concejales adscritos al bando carrillista, sino que también les fue retirada la asignación económica que recibían dichos concejales como es natural. Sin embargo, fue precisamente la retirada de esas asignaciones lo que provocó varias reclamaciones judiciales ante incluso la Audiencia Territorial de Madrid, pues los cesados alegaban tener derecho a seguir cobrando sus haberes a pesar de haber sido cesados en sus cargos. La Audiencia falló en su contra.
En las siguientes elecciones celebradas en 1987, el PCE que ya se presentó como Izquierda Unida, obtuvo nueve concejales de veintiuno, mientras que los carrillistas, que se presentaban como Partido de los Trabajadores de España, sacó solo dos concejales. Lo cual no impidió que, tras unas breves negociaciones, llegaran pronto a un acuerdo con sus ex compañeros y pelillos a la mar.
Atrás quedaba una de las etapas más convulsas y lamentables de enfrentamientos e intrigas protagonizadas por los propios colegas del partido, con una espectacular fuga en masa de concejales al entonces grupo mixto saldada con la ruptura total del grupo y, por ello, con la operación de transfuguismo más numerosa y audaz pocas veces contemplada. Llegando incluso a protagonizar una moción de censura contra su propio compañero alcalde, así como un largo periodo de absoluta inestabilidad, luchas intestinas sin cuartel, enfrentamientos incluso físicos, etc. Todo ello invocando valores éticos y morales traicionados, no obstante, pero que encubrían en realidad la mayor motivación por la que se montan estos quilombos en política: la descarnada lucha por el poder.
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