San Fernando de Henares se queda sin el parque acuático.
El Aquopolis de San Fernando de Henares, ‘hermano pequeño’ del de Villanueva de la Cañada, no reabrirá esta temporada para desgracia de los usuarios que cada verano disfrutaban de sus toboganes y piscinas. El grupo Parques Reunidos, encargado de la gestión del espacio, comunicó meses atrás al Ayuntamiento de la localidad su intención de cerrar el parque tras varios años de pérdidas. Por ello, la corporación, propietaria de los terrenos, prepara ahora un convenio de clausura que ponga fin a la concesión, extendida hasta el 31 de noviembre de este año.
Desmantelamiento.
Desde el Gobierno municipal están a la espera de algunos informes técnicos para enviar una propuesta en la que, a cambio de la extinción anticipada de dicha concesión, Parques Reunidos se haga cargo del desmantelamiento de las atracciones. El objetivo del Consistorio es levantar un nuevo espacio verde abierto al público, aunque habrá que esperar a la decisión que adopte el nuevo gobierno municipal saliente de las elecciones del 26-M
El cierre es definitivo, tanto, que en la propia web de Aquopolis (www.aquopolis.es), la empresa ya solo oferta seis parques en España: Villanueva de la Cañada (Madrid), Costa Daurada (Salou), Torrevieja (Alicante), Cartaya (Huelva), Cullera (Valencia) y Sevilla (Sevilla). No hay rastro del de San Fernando de Henares.
Un trágico suceso.
Ubicado a la altura del kilómetro 16 de la A-2, el parque acuático de San Fernando registró el verano pasado un trágico suceso. Un niño de 5 años falleció en el hospital días después de sufrir un ahogamiento en sus instalaciones.
La familia del menor denunció entonces al centro al considerar que no recibió la asistencia necesaria. «Que muestren los vídeos para ver qué es lo que pudo pasar, para saberlo y poner medidas», señalaba un familiar. La tardanza del socorrista y la falta de oxígeno en la sala donde le atendieron fueron otras de las reclamaciones.
La bajada de usuarios y el progresivo abandono de sus atracciones han terminado por sepultar a un parque que, en su época de máximo esplendor, se convirtió en parada clave de muchos madrileños y turistas, ávidos de un chapuzón con cierta dosis de adrenalina. El agua ya no volverá a correr por sus toboganes.
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