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Alcalá: Magnifico concierto el ofrecido por la organista internacional LIUDMILA MATSYURA, el 18-11-2017.

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((Vídeo)).-El X Festival Internacional de Órgano de la Catedral de Alcalá 2017, disfrutó el sábado 18 de Noviembre, de uno de los conciertos más memorables de su historia. Con la patrona de la música, Santa Cecilia, como centro del concierto, el despliegue inusitado de timbres y registros planteados por la organista Liudmila Matsyura relanza un Festival asentado en la calidad y que logró hacer cima ante una numerosa audiencia.

/crónica del crítico musical: Juan Francisco de Dios Hernández, Doctor en Musicología y Profesor del I.E.S. Cardenal Cisneros/

LA VOZ DE SU AMO
Seguramente recuerdan el icono que ilustraba los discos de la compañía EMI, en la que un perrito –Nipper se llamaba– escuchaba atento un gramófono de cuerda con el lema –título de un cuadro de Francis Barraud– “La voz de su amo” (1899). Es evidente que existe una relación auditiva condicionada por la maternidad-paternidad que se presenta como una relación casi intuitiva entre ellos.

Entre una cerrada ovación, Liudmila Matsyura compartía el éxito con el instrumento al finalizar uno de los conciertos más importantes de un Festival que comenzó ella hace más de una década. No es una simple anécdota ni una rutina habitual. En cada una de sus intervenciones en el Festival, la maestra Matsyura ha repetido el mismo gesto, una señal que transmite la imprescindible y admirable complicidad entre dos compañeros de viaje. El órgano Blancafort se ahorma como un bebé entre las manos de su mentora y a su calor es capaz de desplegar un abanico de colores de una belleza incuestionable. Es la voz de su amo.

La tercera cita del ciclo era una de las fechas clave del X Festival. La próxima celebración del día de Santa Cecilia, patrona de la música, gravitó en el fondo y la forma de un concierto sin duda especial por varios motivos.

Escuchar a Liudmila Matsyura en modo concierto es una suerte y una ocasión ineludible para todo amante de la música. Y es que hablamos de una de las más importantes organistas de la actualidad por su extraordinario control del pulso y articulaciones, su elección de registros y una incesante investigación de repertorio. Que Matsyura sea la organista titular de la Catedral Magistral no es óbice sino ventaja para felicitarnos por la ocasión y poder disfrutar de su maestría de forma periódica.
En el atril, el programa presentaba un perfil dedicado al sonido del órgano pleno tardorromántico, del que escaparon los destellos luminosos del Do Mayor de Johann Sebastian Bach. Quizá la Toccata, adagio y fuga del genio de Eisenach, obra de plenitud de Bach, fue el punto de inflexión del concierto. La organista dispuso un planteamiento tan articulado como intenso en emociones haciendo sonar el instrumento con un inagotable pantone de colores.

El órgano de principios de siglo XX ofrece importantes dificultades de interpretación para el intérprete, pues a la exigencia técnica le ofrece una multiplicidad de acontecimientos abigarrados que es complicado de iluminar desde el teclado. El sonido robusto del órgano de Dubois y su Gran Coro (1886), y del alemán Karg-Elert, cuya amplia producción sirvió como enlace entre Bach y las propuestas sonoras expresionistas de Schönberg, ofrecieron un reto resuelto con gran solvencia. Pero probablemente tras un Bach antológico, la magia del concierto fue palpable cuando comenzaron a resonar el tamboril y la flauta del Mariquelo salmantino que ofrecían desde el teclado el tema para las variaciones tituladas Salamanca, del organista y compositor suizo Guy Bovet.
La obra de Bovet se ha ganado por méritos propios un lugar en el repertorio actual haciendo uso de un lenguaje cercano y desarrollado desde las grandes formas clásicas. La obra hizo contener la respiración del público que acudió en gran número a la Magistral alcalaína, lo que nos hace pensar que es un gran momento para el sonido del órgano contemporáneo.

El paso por la obra de Vierne en este Festival es uno de los momentos más esperados por parte de todos. El redescubrimiento del organista de Notre Dame de París, en su estilo impresionista por momentos, post-romántico en otros, ofrece grandes satisfacciones al escuchante. Tanto Etoile du soir (1927) como los ecos del Carillón de Longport (1914) fueron un paso ineludible por una música cuya densidad se paladea con un gusto complejo y lleno de matices. Música de gran intensidad emocional, en la que el juego de los sentidos –más viniendo de un compositor ciego– ofrece no pocas dificultades e incentivos al intérprete atento y cuidadoso con el sonido, extremo en el que Liudmila Matsyura se mueve con una maestría extraordinaria.

El concierto quedó rubricado por dos transcripciones del organista Roman Krasnovsky –que participó en el VIII Festival–, la primera en programa, la Marcha Triunfal de Spartacus de Khachaturian, y la segunda como bis, una sutil y entreverada revisión de los Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega, que sirvió como brillante broche de un recital para el recuerdo.
Y volvemos al principio, a la imagen icónica de Liudmila Matsyura compartiendo el aplauso con su instrumento, que es una parte de todos, como todos somos parte de este Festival que nace de la ilusión de unos pocos para el disfrute de unos muchos.

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